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27 de enero de 2011

Análisis de Milonga de Jacinto Chiclana de Jorge Luis Borges



ANÁLISIS DE : MILONGA DE JACINTO CHICLANA 
de  JORGE LUIS BORGES

Este poema fue compuesto como letra de una milonga. La milonga es una tonada popular, sencilla y monótona, que aúna la sentimentalidad africana con la ingeniosidad rioplatense. Fue en su origen emulación de la Danza Cubana, se plasmó en su música, pero cuando triunfaron sus originalidades se fue creando la propia, instrumentada por los maestros del suburbio. Todo en la milonga es propio: nombre, ritmo, técnica, ritual y lenguaje. En el malambo el gaucho hacía gala de su agilidad, flexibilidad y destreza. En cam­bio en la milonga, sólo bailada por los "compadritos" de la ciudad, éstos ostentan todo su ingenio, talento, agudeza y malicia.

Borges crea en el poema la presencia vívida de un clásico compadrito y de él nos presenta su temple y su muerte.
El compadrito o guapo, el clásico malevo orillero de nuestros tangos, ha sido definido y caracterizado por el mismo Borges: "El compa­drito fue el plebeyo de las ciudades y del indefinido arrabal, como el gaucho lo fue de la llanura o de las cuchillas."
Para el compa­drito el cuchillo es la única justicia que conoce y reconoce , máxima expresión de valor y justicia. El compadrito hace del coraje su religión y su ley, con su mitología, sus mártires y su historia. 
El cuchillero  sería el portador de una virtud: dispuesto a ma­tar y a morir por alguna deuda de honor, por el ajusticiamiento de un escarnio, el cuchillero es la encarnación viva del coraje. Pero conviene aclarar que Borges, escritor y no moralista, justifica la realidad de este personaje poéticamente, no socialmente. Su bús­queda del ser nacional no reside en la idealización del cuchillero, sino en mostrar una realidad, un destino cuya ley ciega -la lanza, el cuchillo, la pistola de la asonada- se opone a otra ley, la del derecho escrito.

Borges llega al personaje a través del recuerdo de tres elementos: su nombre, una esquina y un cuchillo. El valor de la palabra es tema esencial en la poética borgiana y en este poema en especial: para Borges la palabra tiene el poder de crear el universo, es la palabra fundadora, la palabra poética. Dios creó el cosmos en el Génesis mediante el Verbo, el universo entero está cifrado en el lenguaje que lo creó, de ahí que el método de posesión de los objetos más eficaz que tiene el hombre es precisamente el lenguaje. Esto aparece claramente expresado en dos momentos claves del poema:

Quien sabe por qué razón
Me anda buscando ese nombre;
(...)
Señores, yo estoy cantando
Lo que se cifra en el nombre.

La esquina y el cuchillo son la ubicación espacial y el arma homi­cida, elementos del otro gran tema del poema: la muerte violenta. La violencia opera de un modo muy específico en la "Milonga de Jacinto Chiclana" y en muchas otras obras de Borges. Su presencia es imprescindible, porque sin la agresión no habría lugar a la mani­festación del coraje; es además el único instante que conocemos de la vida del compadrito, vale decir,  se insinúa poéticamente que ser agredido, pelear y morir es su forma de realizarse y aun de perdurar, pues por ese supremo gesto de coraje el compadrito es recordado y su "hazaña" cantada.

Jacinto Chiclana se enfrenta a la violencia como algo innegable, no como aquello que se elige -más bien parece ser 'la violencia quien lo eligió a él- sino como un destino ineludible, sellado desde siempre, frente al cual lo único que le cuadra a él, arquetipo de varón corajudo, que debe aho­gar sistemáticamente sus emociones y sentimientos, es "no demorar la partida".
El poema tiene un carácter épico-lírico pues al mismo tiempo que se narran las hazañas de una suerte de héroe, hay una frecuente intervención del yo del poeta, hay un compromiso afectivo con la materia tratada que se traduce en el uso constante de la primera persona y en el hecho significativo de que la realidad última del personaje queda reservada a Dios: lo que nosotros conocemos es la imagen y el destino subjetivos que el poeta crea en consonancia con el poder del nombre.

El poema está estructurado simétricamente en tres partes que se ordenan de la siguiente manera:

Primera parte: las tres primeras estrofas.
 Segunda parte: las cinco siguientes.
Tercera parte: las tres últimas.

1) Primera parte
Cumple tres funciones en la economía del poema:

a) Presenta al personaje a través de su nombre, elemento de capital importancia, que cobra vida propia y un accionar autónomo que expresa todo el poder creador de la palabra a través del verso:Me anda buscando ese nombre;
Es el núcleo significativo de esta primera parte. Aquí la frase verbal, que implica acción durativa, expresa el asedio de la palabra que ronda incansablemente al poeta para que la fragüe en la obra artística y poder así cumplir su misión de generar a través de él el universo y sus personajes, en este caso, el compadrito.

b) Presenta la relación del autor con el personaje, que se da a través de la memoria. La oración "Me acuerdo.", escueta, parca, ubicada al comienzo del poema, lo domina por com­pleto y le da un acentuado matiz subjetivo de recuerdo, de evocación personal, de simpatía hacia el personaje.

c) La tercera función es hacer la ubicación temporal y espacial de ese recuerdo:
Me acuerdo. Fue en Balvanera, En una noche lejana

No sólo el recuerdo es lejano, la materia de éste también proviene de un pasado remoto en el que apenasLos años nos dejan ver El entrevero y el brillo.

El tiempo lo ha borrado todo -el poeta tendrá que recrear al personaje de acuerdo a los dictámenes del nombre- salvo aquellos elementos esenciales que justifican el recuerdo de Jacinto Chiclana, justificando su cumplido destino de com­padrito: la esquina, el cuchillo, el entrevero -la pelea- y el brillo. En esta parte contrastan las cons­tantes intervenciones del poeta en primera persona, con las formas indefinidas usadas para aludir al origen del re­cuerdo: " ... alguien dejó caer el nombre", "Algo se dijo también". El poeta se individualiza así frente al tema y asume la materia anónima que va a tratar al modo de un moderno juglar de la "gesta del arrabal".

2) Segunda parte
Su función es crear la presencia de Jacinto Chiclana, su temple, su vida y su muerte.
Las dos primeras estrofas describen al compadrito: frente a un solo rasgo físico, que alude a su talla (alto), expresión de fortaleza, el resto está destinado a caracterizar su temple de varón contenido, seguro, valiente, apto para el amor y la guerra. Estas dos estrofas tienen el carácter de una verdadera apología, y en la segunda Jacinto Chiclana alcanza realmente el rango de un héroe épico a través de una consagración universal de sus virtudes:

Nadie con paso más firme
Habrá pisado la tierra;
Nadie habrá habido como él
En el amor y en la guerra.

El carácter estático de la descripción, dado por la ausencia de verbos que expresen movimiento y por la proliferación de construcciones nominales, sustantivas y adjetivas, contribuyen a acentuar ese carácter ya fijo de arquetipo de hombre valiente, como lo ha consagrado el gusto y la tradición popular.
La tercera estrofa alude fugazmente a su vida y, sobre todo, a su muerte, razón de ser de aquélla:
Sobre la huerta y el patio
Las torres de Balvanera
y aquella muerte casual
En una esquina cualquiera.

La ausencia absoluta de verbos y la escueta enumeración acumu­lativa de elementos: la huerta, el patio, la torre de Balvanera y la muerte casual; sugieren la pasividad y la sinrazón de una existencia carente de acción verdadera, de objetivos' y metas, que agota su energía vital en un puro permanecer inútil, como aferrado a un contorno limitador a la espera de que se cumpla el sino inexorable, a la espera del hecho supremo que la defina y la justifique: la muerte violenta. Todo ese sentido de inuti­lidad, de carácter gratuito e inoperante, está expresado a través de dos adjetivos: " ... muerte casual/en una esquina cualquiera".

Las dos últimas estrofas de esta parte están centradas en la muerte del compadrito (se observa el volumen considerablemente mayor dedicado a la muerte en comparación con el que enumera los elementos que integraron su vida).

Otra vez aparece la per­sona del poeta interpretando el mito: no ve los rasgos porque no importa el rostro concreto de Jacinto Chiclana; lo que sí importa es su esencia de varón corajudo y la pelea que le va a permitir ratificarla definitivamente. La presentación de la lucha está despojada de todo contenido anecdótico o de color local: a través de una síntesis poética Borges construye un cuadro casi estático, una suerte de estampa que es la quintaesencia de la clásica pelea orillera, elevada y fijada así en la catego­ría de mito poético: el farol amarillo, el choque de hombres o sombras, como equivalente de hombres, el cuchillo.

La palabra "sombras " ratifica lo dicho anteriormente con respecto a la falta de concreción, al carácter genérico de la escena. En la última estrofa de la segunda parte el adverbio "acaso" vuelve a intro­ducir el matiz, subjetivo, la presencia del poeta a través de la suposición que él mismo se formula. Por primera vez nos en­frenta el texto con un posible pensamiento del compadrito: ese pensamiento es ubicado en el instante supremo, el de la agonía, y su contenido nos ubica una vez más en el mundo mítico de los gestos fijos, de las categorías definidas para siempre, en el que los sentimientos individuales y las reacciones personales no tienen cabida: a un varón como Jacinto Chiclana le corresponde una muerte rápida, que no demore la partida.

3) Tercera parte
Su función es retomar el tema de la primera, reiterando que todo lo que se ha dicho sobre Jacinto Chiclana no es relato objetivo, 'fiel a la realidad, sino creación de Borges, urgido por el nombre a darle una concreción poética, una realidad tan válida como la que pudo tener la existencia histórica del per­sonaje. El vocativo "Señores", acentúa el tono épico al suponer un auditorio que escucha. El resto es una suerte de epitafio, un recuerdo u homenaje final, que alude, en forma de sentencia al rasgo primordial del compadrito: el culto del coraje como valor supremo, su exaltación por encima de cualquier otra virtud.

Las pocas figuras poéticas utilizadas son las siguientes:
1) Sinécdoque
Consiste en designar el total de un objeto por una de sus partes o una de sus partes por el todo. En:
Algo se dijo también
De una esquina y de un cuchillo; Los años nos dejan ver
El entrevero y el brillo.

La esquina, el cuchillo, el entrevero y el brillo son elementos parciales que nombran al todo que es la pelea. Mediante este recurso Borges logra una imagen más sugerente, como a pan­tallazos, que la simple mención de la lucha o su descripción pormenorizada.

METÁFORA: y esa víbora, el cuchillo.
Mediante la identificación del cuchillo con la víbora, se potencia
el carácter homicida y destructor de aquél con toda la carga significativa del término víbora (veneno mortal, carácter universalmente admitido de símbolo del mal).

Milonga de Jacinto Chiclana

Me acuerdo. Fue en Balvanera,

En una noche lejana

Que alguien dejó caer el nombre

De un tal Jacinto Chiclana.



Algo se dijo también

De una esquina y de un cuchillo;

Los años nos dejan ver

El entrevero y el brillo.



Quién sabe por qué razón

Me anda buscando ese nombre;

Me gustaría saber

Cómo habrá sido aquel hombre.



Alto lo veo y cabal,

Con el alma comedida,

Capaz de no alzar la voz

Y de jugarse la vida.



Nadie con paso más firme

Habrá pisado la tierra;

Nadie habrá habido como él

En el amor y en la guerra.



Sobre la huerta y el patio

Las torres de Balvanera

Y aquella muerte casual

En una esquina cualquiera.



No veo los rasgos. Veo,

Bajo el farol amarillo,

El choque de hombres o sombras

Y esa víbora, el cuchillo.



Acaso en aquel momento

En que le entraba la herida,

Pensó que a un varón le cuadra

No demorar la partida.



Sólo Dios puede saber

La laya fiel de aquel hombre;

Señores, yo estoy cantando

Lo que se cifra en el nombre.



Entre las cosas hay una

De la que no se arrepiente

Nadie en la tierra. Esa cosa

Es haber sido valiente.



Siempre el coraje es mejor,

La esperanza nunca es vana,

Vaya pues esta milonga

Para Jacinto Chiclana.





FUENTE: Cuaderno de la Lengua I
Elsa Risso de Sperber y Liliana Zaffaroni
Ed. Estrada, Bs.as.;1970
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